Bravo sostiene una teoría del conocimiento que apuesta por la relación mimética entre las zanjas, grietas y otras hendiduras líticas de la topografía terrestre, y el lenguaje que produce para articular su saber. Sus referentes nunca permanecen, se desintegran lentamente hacia su próximo devenir orgánico. La memoria esconde más de lo que revela y estamos, como diría Spinoza, en el lugar menos propicio, en medio de dos abismos que nos aniquilan la posibilidad del saber trascendental, de las causas primeras y su Dios.
Pedro J. Rolón Machado
Universidad de California Berkeley